Época: Prehistoria
Inicio: Año 35000 A. C.
Fin: Año 10000 D.C.

Antecedente:
Formas de vida durante el Pleistoceno



Comentario

A finales del Pleistoceno el hombre moderno había colonizado prácticamente todo el planeta, desplazando o absorbiendo en su expansión a sus predecesores de tipos más primitivos. Desde la tundra hasta las selvas tropicales, se había adaptado a todos los climas del planeta y había conseguido desarrollar pautas de conducta tan elaboradas que le permitían explotar con éxito los recursos disponibles en cada uno de esos entornos. La diversificación cultural que presenta la parte final del Paleolítico, precursora en muchos casos de algunos pueblos primitivos actuales, es por tanto enorme y va a generar una amplísima variedad de comportamientos. Incluso a nivel peninsular resulta difícil coordinar las evidencias conocidas del Auriñaciense cantábrico con las del Solutrense levantino a nivel conductual.
A nivel económico, los hombres de finales del Cuaternario dominaron la fabricación de una gran variedad de instrumentos. La talla de la piedra, por ejemplo, alcanza un grado de maestría extraordinario en algunas puntas bifaciales, típicas del Solutrense, cuyas formas equilibradas sólo pudieron obtenerse mediante retoque por presión tras haber calentado previamente muchas veces ocupaciones de corta duración que se repiten durante varias temporadas. Respecto a la demografía de este momento, si se tienen en cuenta las concentraciones de yacimientos de esta época, parece claro que hubo un importante aumento demográfico, sobre todo en el Solutrense y el Magdaleniense, aunque siempre dentro de unos límites muy inferiores a los normales en las sociedades productoras de alimentos. Ambos rasgos parecen confirmados por el significativo aumento de los asentamientos al aire libre y por la colonización de los territorios del norte euroasiático, que hasta entonces habían estado despoblados. Del Paleolítico Superior proceden un número muy elevado de cabañas, sobre todo gravetienses y magdalenienses, repartidas desde Francia hasta el lago Baikal (Pincevent, Gönnersdorf, Etiolles, Dolnï Vestonice, Kostienki, Mal'ta...). Estas primitivas construcciones presentan formas y dimensiones muy variadas, llegando en algún caso a formar verdaderos campamentos. En las zonas de tundra, donde escaseaba la madera, las paredes, recubiertas sin duda de pieles, estaban apuntaladas con grandes huesos de mamut, muchas veces decorados (Mehzirich). Como este tipo de yacimientos suele darse en depósitos asociados a estepas loéssicas, en la Península desgraciadamente no se ha encontrado ninguno. El hábitat preferente, como en el resto del Suroeste europeo, son las cuevas, en cuyo interior se compartimentó el espacio a veces con pieles y paravientos.

Respecto al mundo simbólico, hoy en día se acepta que prácticamente desde sus inicios los hombres del Paleolítico Superior demuestran tener las mismas inquietudes intelectuales que las sociedades históricas. Un aspecto importante a la hora de hacerse una idea de esta faceta es sin duda el Arte Paleolítico, que será objeto de atención especial en el siguiente epígrafe, porque en algunas de sus manifestaciones, como por ejemplo las famosas representaciones femeninas denominadas venus paleolíticas, podemos ver el soporte material de mitos y creencias cuya transmisión debía ser oral. El otro aspecto relevante de las religiones de finales del Pleistoceno procede de las numerosísimas sepulturas, tanto en las cuevas como al aire libre, que aparecen en este momento (Combe Capelle, Paglicci, Grimaldi, Predmosti, Dolnï Vestonice, Brno, Sungir...) y que representan los ritos más variados. En muchos casos los cadáveres estaban adornados con cientos de colgantes perforados, formando tocados o adornos en las ropas. En otros, como sucede en algunas sepulturas pavlovienses, estaban tapados por omóplatos de mamuts. Casi todos presentan ofrendas de algún tipo (armas, instrumentos, adornos, alimentos...) y suelen estar rociados de colorantes rojos. Las modalidades funerarias son también muy variables puesto que aunque la mayoría son tumbas aisladas, individuales o colectivas, también existen necrópolis con varias sepulturas distintas. La sistematización de este segmento cultural, junto con las tradiciones instrumentales, es uno de los mejores sistemas para reconstruir las áreas culturales del Paleolítico Superior.